top of page

Nadar

Recuerdo que en mi infancia, como quizás a muchos de ustedes, mis padres me llevaron a clases de natación en Comfama. Allí aprendí todos los estilos, por lo que recuerdo, pero por cosas de la vida no volví a practicar.


Hace algunos años practique triatlón y realizaba la práctica de natación en una piscina comunitaria del municipio donde vivo y aunque me costó mucho tomar forma y nadar más de 1000 m de corrido, lo logré y me di cuenta que me gusta y disfruto el agua. Deje de ir a este sitio porque en aquel entonces la piscina no estaba climatizada y el frío me hacía sentir enferma el resto del día. Eso también hizo que regresara a Comfama y practicara por un periodo de tiempo largo y que le cogiera aún mayor gusto. Es más, estando en ese espacio, comencé a notar que más que practicar un deporte, la natación era meditacion para mi: podía nadar por horas y solo pensaba en cuantas brazadas estaba realizando. En ocasiones solo estaba ahí yendo y viniendo, sintiendo el agua, sintiendo como se movía mi cuerpo, sintiendo mi respiración, mi corazón y todo mi ser; de hecho, pude evidenciar la importancia de respirar en nuestro día a día. También me di cuenta que para mi el agua es vida y disfrute total, una de las máximas felicidades que he sentido y observé cuán resistente soy, porque la verdad en este espacio no suelo sentir cansancio, solo disfruto cada instante y puedo nadar y nadar sin parar (para ser sincera comenzar es un tris difícil pero luego de doscientos metros ya me he acomodado y lo demas es solo gozo). Aun así, por motivos de la pandemia cerraron las piscinas y me toco dejar de practicar.


Para mi alegría, hace algún tiempo climatizaron la piscina municipal y aunque varios conocidos asistían no me había animado. Hace ya un mes pase por allí y para mi sorpresa el día siguiente iban a abrir de nuevo sus instalaciones lo que hizo que me inscribiera. Con mi práctica del día de hoy son cuatro semanas de reanudar un ejercicio que me encanta. Desde el instante en el que entré “por primera vez” al agua, luego de ese periodo prolongado sin practicar, recordé la maravillosa experiencia que estaba próxima a vivir y así fue. Además, cada día que pasa me siento más a gusto; hoy por ejemplo estaba tan concentrada que cuando menos lo imagine había logrado mi meta en metros y era como que hubiera acabado de comenzar. También tengo que reconocer que nado lento y es que siento que lo único que necesito es estar ahí para que mi mundo esté en completo equilibrio.


Otra parte importante de haberme dado esta maravillosa oportunidad ha sido encontrar de nuevo a seres que aprecio y con los que me encanta entablar una conversación. Encontrarme a Miguel y a Juan Fernando los salvavidas de la piscina que tiene una disposición y una amabilidad increíbles, siempre abiertos ayudar y apoyar tus procesos. Asistir con Pipe, que siento que me reta a cumplir mis metas diarias, que me ha enseñado el valor del compromiso y de la puntualidad. Ahora también con Kelly, una guerrera inteligente, dispuesta y tenaz y lo mejor ha sido que mi hija Manuela, con la aversión que ha mostrado hacia el agua, se está dando la oportunidad de asistir y aunque solo ha sido un día se nota que disfrutó el momento. Así como ellos, son varias las personas con las que he compartido, converso y disfruto de esta pasión que ha todos nosotros nos llena de felicidad.


Creo que como buena pisciana en estos instantes me siento en un lugar seguro, encuentro una paz y un equilibrio infinitos que quisiera que nunca se acaben.


Lo que resta ahora es ponerme metas que me ayuden a mejorar cada día, adquiriendo fuerza y velocidad y así poder potencializar mi práctica para sacar un máximo beneficio de ella.

Y así es, este reencuentro me ha llevado a trazarme nuevas metas y eso me encanta.



 
 
 

Comments


Publicar: Blog2_Post
  • Instagram
  • Facebook

©2020 por Lina Marcela Castrillón Agudelo. Creada con Wix.com

bottom of page