Santiago
- Lina Marcela Castrillón Agudelo
- 20 abr 2021
- 2 Min. de lectura
Hijo, llegaste a mi vida cuando apenas iba a cumplir catorce años. Crecimos juntos, pasamos por muchas situaciones difíciles que marcaron la vida de cada uno de nosotros y sin embargo, veintinueve años después, seguimos ahí presentes en la vida del otro.
Cuando tus hermanos eran pequeños fuiste como un padre para ellos, sobretodo, cuando el menor nació, ya que, a causa de su enfermedad a mi me tocaba ausentarme de casa y tu cuidabas de Manuela y Esteban realizando un excelente trabajo. Fuiste un verdadero apoyo y esta es una de las muchas cosas por las que te estoy infinitamente agradecida.
La Fuente Divina te ha dotado con una inmensa creatividad y un excelente gusto por los detalles. Tienes y has tenido a tu alrededor seres verdaderamente aportantes que te han apoyado y de los cuales sé que has aprendido mucho.
Cuando pienso en ti viene a mi mente un mensaje del cielo: todas las situaciones que hemos vivido Dios las ha permitido para que aprendamos a perdonarnos y perdonar a todos los seres que nos rodean. El perdón y la gratitud hacen que vivamos en el amor y amar es nuestra principal misión en esta vida.
Hijo, hoy te invito a seguir adelante, a perseguir tus sueños y dejar atrás todas las situaciones difíciles con las que nos cargamos y que en realidad no nos permiten avanzar. ¿Por qué no vivir una vida llena de triunfos y prosperidad cuando ese es nuestro derecho propio?.
Utiliza cada uno de tus dones para encontrar tu realización personal, perdónate y ámate con el máximo y único amor que existe, ese amor puro y sincero que solo el Padre nos sabe dar y del cual en tu corazón está plantada la semilla
.
Hoy quiero pedirte perdón por todos y cada uno de los sufrimientos que te he causado y te doy las gracias por permitirme ser parte de tu vida, un ser tan maravilloso y valiente, del cual he aprendido tanto.
Gracias maestro de mi alma.
Te amo hasta el infinito y más allá.

Comments