top of page

Sucede que...

Hace unos días me encuentro con una sensación de soledad muy grande. He dejado de hacer algo que me ayuda a sentirme tranquila y que me ayuda a trascender mis emociones y sentimientos malsanos, estos que me hacen sentir insegura y me estacionan en un lugar oscuro del que me cuesta salir. Comente con una persona cercana mi necesidad de conversar con alguien que desee escucharme y que me ayude a ver de nuevo la luz y a pesar de que me he acercado a seres que creí en algún momento que podría contar con ellos, no encuentro ni el espacio ni la disposición para hacerlo.


Soy una fiel creyente de que los hijos son prestados y que en algún momento de la vida ellos van a abandonar el nido teniendo su propio espacio, una vivienda y ocupándose de sus actividades, sus empleos y sus propias familias. Mi error consiste en haber adoptado sus amistades como mías y haber enfocado mi vida en las suyas. Hoy me duele pensar que debo asumir que se formaron para vivir su propia vida y que yo debo dejar que avancen en sus caminos sin mirar atrás.


Siento que no tengo verdaderos amigos y seres que acompañen mis procesos personales, que compartan mis gustos y mis temas de conversación. No tengo con quien salir de paseo o con quien salir a tomarme un café y disfrutar del arte. Ni siquiera tengo dinero para programar un viaje de esparcimiento y menos puedo proponerlo a alguien porque soy yo quien no lo puede realizar. No puedo hablar con los seres que me rodean de lo que verdaderamente siento porque temo ser juzgada y no existe entre ellos una sola persona que me entienda. De verdad que he intentado pertenecer, comunicarme, escuchar y ayudar a todos y cada una de las personas que se acercan a mi y en cada instante doy lo mejor para que esto suceda pero, ¿quién podría ayudarme a mi y escucharme?


Sé que Dios me acompaña noche y día pero en ocasiones necesito respuestas, necesito sentir una mano amiga que aprieta la mía y me diga que todo está bien y esto no es necesariamente desconfianza en la voluntad del Padre porque he sido testigo de sus milagros.


También sé que es de humanos tener emociones y sensaciones no tan gratas y que de la mano de la fuente divina, asumiendo y aceptando es como voy a evidenciar la magia que sucede a mi alrededor.


Entonces lo único que me queda es hacerme responsable y tomar acción, aclarando cada uno de mis compromisos y metas para conmigo misma. Abandonarme en la voluntad de Dios y entender que, como su hija amada, tengo derecho a vivir en paz y tranquilidad una vida serena y feliz, pasando obstáculos con la frente en alto, con valentía y llena del amor que la fuente divina me brinda.


Puedo ser quien soy y aún así tengo derecho a sentir porque cada una de estas vivencias me hacen un ser humano mejor. Así que elevo mis brazos al cielo y te pido Padre de amor que me recibas en tu regazo y me muestres el camino a seguir.

ASÍ ES, HECHO ESTÁ.





 
 
 

Comments


Publicar: Blog2_Post
  • Instagram
  • Facebook

©2020 por Lina Marcela Castrillón Agudelo. Creada con Wix.com

bottom of page