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Viejos Recuerdos

Hay situaciones en nuestras vidas que se presentan una y otra vez. Por lo general son momentos difíciles, que duelen y que simplemente no quisiéramos volver a repetir.


Recuerdo que en Julio del 2013 salí de mi casa con mi hija Manuela a eso de las 10 AM con rumbo al parque de Rionegro en una motocicleta que tenía en ese entonces. En el último semáforo antes de llegar tuvimos que parar porque cambió el color a rojo y para nuestra sorpresa casi de inmediato nos atropelló una camioneta en la cual venía una señora que no se percató a tiempo que debía detenerse. Mi recuerdo es estar cayendo y golpear mis rodillas en la parte delantera de la moto y al mirar hacia atrás para buscar a mi hija, la vi caer al suelo. No tuvimos lesiones de importancia, solo fueron golpes leves gracias a Dios.


Casi un mes y medio después como a las 3 PM salimos de nuevo en la motocicleta rumbo al entrenamiento de Manuela. Antes de completar un kilómetro de recorrido, salía de una finca un automóvil. El conductor no nos vio y nos golpeó lanzandonos hacia la calzada contraria. En ese transcurso rozamos un bus y luego caímos al suelo. De este episodio recuerdo poco, solo que iba lento y a menos de 40 Km por hora. Vi al vehículo más o menos a 300 m antes de llegar a la entrada y luego no recuerdo nada hasta que me encontré en el suelo, aferrada a la motocicleta, con las piernas enredadas y llamando a mi hija. Cuando ella me habló y me dijo que estaba bien, yo mire mis brazos y tenía uno fracturado. Lo que sigue es lo normal: el tránsito, la ambulancia, el hospital, la cirugía y luego a casa a recuperarse de todos los golpes. A mi hija gracias a Dios no le pasó nada significativo.


Pero para mi sorpresa en marzo del año siguiente, el domingo de resurrección para ser exacta, veníamos mi hija y yo caminando de la tienda y al estar a una cuadra de nuestra casa, un automóvil me embistió por detrás. En esta ocasión el conductor estaba borracho. De este incidente gracias a Dios no hubo mayores consecuencias.


Volviendo a las líneas con las que comencé este escrito, encuentro en los tres momentos las siguientes coincidencias: me arrolló un auto, iba con mi hija y la que más tuvo lesiones y dolores fuertes fui yo, lo que me hizo llevarme a pensar qué estaba haciendo mal para que sucedieran esos acontecimientos.


Resulta que un día me encontré con una vieja conocida, muy creyente por cierto. Ella me habló acerca de unas energías negativas que estaban detrás de mí y me dijo que yo estaba buscando la muerte porque estaba dejando que esas energías me gobernaran. En este mismo encuentro quedamos de acuerdo para que ella viniera a mi casa; ese día me impuso las manos y realizó una oración. Quedé super tranquila y de hecho no volví a pensar en que algo pudiera suceder y en efecto hasta la fecha ha sido así.


Debo resaltar que después del primer evento quedé muy nerviosa, con temor a que en cualquier momento volviera a suceder y sintiéndome culpable por no proteger adecuadamente a mi hija. Al final me di cuenta de que el mensaje era para mi.


Aprendí que la energía existe y que los pensamientos son energía y que con ellos creamos nuestra realidad. Pude evidenciar como la fuente divina tiene diferentes maneras de manifestarse y que es decisión de cada uno de nosotros escuchar o seguir haciéndose el loco.

Para terminar esta historia, queda la parte de la energía de muerte que circulaba a mi alrededor porque si les digo la verdad en aquel entonces por mis miedos y culpas había pensado mucho en la muerte como medio para descansar y no seguir sintiendo sufrimiento, vacíos y dolor. Y si, me enviaron un ángel salvador, que por medio de sus palabras y sus manos me ayudó a entender que soy una buena persona, una excelente madre, que aunque quiera no puedo tener todo controlado y que depende de mí que mis realidades sean cada vez mejor.


Como les decía antes recibí el aprendizaje correcto porque estos accidentes no se volvieron a repetir. Soy capaz de salir algo tranquila a la calle, nunca pienso que vaya a suceder algo malo y me siento cada vez más unida a la oración y al Reiki como medios de sanación para mi misma y para todos los seres que me rodean.


Creo firmemente que la mejor manera de cerrar un ciclo es aprendiendo de él. No seguir pasando por ellos haciéndonos los de la vista gorda y solo quejándonos por ser las víctimas. Más bien, hay que encarar cada situación y por muy dura que sea, hay que sacar el mejor partido de ella.


Que venga lo que sea porque a aprender es a lo que vinimos.


Hecho está.





 
 
 

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©2020 por Lina Marcela Castrillón Agudelo. Creada con Wix.com

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